viernes, 27 de noviembre de 2015

Ritmo Controversial

¿Quién hubiera imaginado que aquel ritmo censurado y perseguido, entonces llamado “underground”, “dembow”, “melaza” y “reggae (o rap) en español”, se convertiría en la principal exportación musical de la Isla durante la primera década del siglo veintiuno? A principios de la década de 1990, la música circulaba clandestinamente, mediante grabaciones caseras que se reproducían en clubes nocturnos y “fiestas de marquesina” en arrabales y caseríos.

En febrero de 1995, el Escuadrón de Control del Vicio de la Policía realizó una redada en varias tiendas de discos de San Juan que vendían música “underground”, porque ésta supuestamente incitaba al sexo, a la violencia y al uso de drogas ilegales. En mayo de 2002, el Senado de Puerto Rico celebró unas vistas públicas, presididas por Velda González, en torno al “perreo”, el baile asociado al “underground”. Allí se denunció el contenido “indecente” y “pornográfico” de las letras de las canciones, las imágenes de los vídeos y el escándalo de bailar frotándose la parte trasera con otros cuerpos. Irónicamente, esa campaña de pánicos morales aumentó la popularidad de las prácticas musicales conocidas actualmente como “reggaetón”.

El admirable libro “Reggaeton”, editado por Raquel Z. Rivera, Wayne Marshall y Deborah Pacini Hernández (Durham, NC: Duke University Press, 2009), nos convoca a “leer” cuidadosamente este extraordinario fenómeno musical y social de nuestros tiempos. Como plantea Juan Flores en su prólogo, se trata quizás de la primera música verdaderamente transnacional o diaspórica. El “reggaetón” no puede trazarse a un solo punto de origen, como Jamaica, Panamá, Puerto Rico o Nueva York, como tampoco puede identificarse exclusivamente con un público latinoamericano, antillano o latino. Más bien, este género híbrido es un producto de la incesante circulación de personas, mercancías, prácticas e identidades entre el Caribe y Norteamérica.


El “reggaetón” puede leerse como parte integrante de los intensos flujos musicales a través de múltiples circuitos migratorios entre varios países caribeños y sus diásporas. Esta mezcla de ritmos, instrumentos, compositores, cantantes e intérpretes de diversos orígenes nacionales, raciales y étnicos es un rasgo distintivo de la música afroantillana, desde la rumba y el mambo hasta la salsa y el “reggae”. Desde una perspectiva histórica, el “reggaetón” es la más reciente expresión de la criollización musical de la región. Como otros géneros populares, el “reggaetón” fusiona elementos caribeños, afroamericanos y latinos, tanto en términos lingüísticos como musicales. De ahí que apele a un público amplio y diverso, más allá de fronteras insulares.




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